Sería muy bonito y fácil poder
repetir la crónica de ayer, pero no va a poder ser.
En esta ocasión ha sido cruz,
pero aún así podemos estar contentos y orgullosos de nuestros jugadores y
entrenadores. De los entrenadores porque no están contentos, no con el
resultado, si no con la forma en la que se ha producido la derrota que va más
allá de lo que hemos podido ver desde la grada, nervios y cierta ansiedad que han provocado jugadas precipitadas y demasiados fallos en
los tiros además de una defensa en el límite. Y de los jugadores que han
llegado al último partido como empezaron la temporada, jugando en equipo y
dándolo todo y sobre todo jugando al baloncesto y no cayendo en ciertas provocaciones.
De estos partidos también se
aprende y mucho, quizás más que con las
victorias. Ha sido un partido disputado e igualado como ninguno de la
temporada, pero como la vida misma, con sus pequeñas zancadillas o codazos a
los que hay que saber hacer frente y con los fallos propios que provocan los nervios y que pueden
parecer inexplicables, pero lo mismo puede pasar ante un examen del colegio y
estamos seguros que gracias al deporte también aprenderán a controlar esa
ansiedad por querer hacerlo bien.
Hoy quizás nos han dado un tirón
de orejas a los padres, que quizás “por
no querer ser menos”, nos hemos dejado llevar por la pasión, pero aún así
felicitamos al rival y aplaudimos a nuestro equipo.
Si dentro de dos años vuelven a
estar en una final seguro que la película tiene otro final y sobre todo, si
dentro de 5 ó 10 años estos niños y niñas siguen haciendo deporte nos
acordaremos de partidos como este.
El sábado 14 tocará recoger los
trofeos de las ligas y celebrarlo todos juntos en una comida de convivencia, y
ya nos despediremos hasta el curso que viene…
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